Unamuno se introduce en todas las posibilidades expresivas de la creación literaria[1] para transmitir sus ideas a través de unos cuatro mil artículos. La mayoría de ellos, por una u otra razón, derivan hacia temas de trascendencia política por su pensamiento apasionado y, en cierto modo, mesiánico y noventayochista. Sus colaboraciones, como se dice en Movimientos literarios y periodismo en España, [2] se extendieron por todo tipo de periódicos locales, nacionales, europeos e hispanoamericanos [3]por lo que la prensa significó para él no sólo un medio, sino un canal fundamental para realizar su gran labor social y espiritual[4] Desde sus primeros artículos, Unamuno entiende que tiene una misión como escritor y que debe ser una conciencia agónica de la vida nacional. Escribe como un deber inexorable, , como una especie de apostolado al que no quiere defraudar.
Su producción, como ya hemos comentado, es inmensa y siempre ligada a su deseo de eternidad:
Precisamente esa aspiración de eternidad, convertida en una de sus constantes que proyectó sobre todos los géneros, cuento, novela corta, diálogo, teatro, ensayo, poema, en Unamuno se identifica con la angustia personal íntima y se resuelve gracias a la creación artística. El hecho de reconocer esta característica en su labor periodística, intensificada más si cabe por el carácter cotidiano de la misma prensa — lo cotidiano, la costumbre equivale en su pensamiento a intrahistoria eterna — , significa una consideración del artículo mucho más elevada que la habitual. Para él es algo vivo, como la propia vida, y como ella sigue el mismo camino natural de la cadena del ser pero con la seguridad de dejar un espíritu vivo. [5Unamuno vivió con intensidad la vida política de la España finisecular. Su postura inicial le acercó al socialismo hasta 1886, y a su manera, colaboró con la prensa socialista a partir de 1900. Su concepción, sentimiento o intuición[6] liberalista le posiciona de forma crítica con el sistema parlamentario, lo que le llevó, junto a algunos pasajes equívocos de su biografía, a ser tildado de parafascista. [7]
Sin embargo, su postura durante la Primera Guerra Mundial fue absoluta e inequívocamente a favor de los aliados.
Se opuso a la Monarquía, lo que le llevó al destierro durante el periodo de la dictadura de Primo de Rivera, hasta su regreso triunfal a España (1930). Este hecho contribuyó, junto con otros variados factores, al ambiente político que propició al advenimiento de la Segunda República en abril de 1931.
Periodista republicano
Unamuno se muestra partidario de la República como forma de organización del Estado. La Monarquía no había sabido conducir adecuadamente el hundimiento colonial del 98. Factores claves fueron, también, el desastre de la política africana, la ruptura con la democracia que supuso la dictadura de Primo de Rivera culminada con la brutal represión de la sublevación militar de Jaca. Se pueden añadir otras circunstancias que fueron decisivas para la victoria republicana en abril de 1931, como la búsqueda de una salida para el nacionalismo catalán y la revolución laicista pendiente contra el catolicismo.
¿Qué pasó para que el pensamiento de Unamuno cambiara de estas palabras publicadas en El Adelanto del discurso pronunciado en la casa del pueblo de Salamanca el 13 de abril de 1931: “Tened, pues, civismo, y, sobre todo, hombría. El porvenir es nuestro. Y termino, y vuelvo a repetir: Desde este momento queda virtualmente proclamada en Salamanca la República (Ovación y vivas, que se prolongan durante largo rato).”[8] a estas otras publicadas en Ahora el 3 de julio de 1936?:
Cada vez que oigo que hay que republicanizar algo me pongo a temblar, esperando alguna estupidez inmensa. No injusticia, no, sino estupidez. Alguna estupidez auténtica, y esencial, y sustancial, y posterior al 14 de abril. Porque el 14 de abril no lo produjeron semejantes estupideces. Entonces, los más de los que votaron la República ni sabían lo que es ella ni sabían lo que iba a ser “esta” República. ¡Que si lo hubiesen sabido…!
Iba a terminar estas notas al vuelo diciendo algo del propuesto Gobierno nacional republicano. Pero no puedo hacerlo. Y no puedo hacerlo porque empiezo a no saber ya qué es eso de nacional, y cuanto más tratan de explicármelo menos lo sé. Y en cuanto a lo de republicano, hace ya cinco años que cada vez sé menos lo que quiere decir. Antes sabía que no sabía yo qué quiere decir eso; pero ahora sé más, y es que tampoco lo saben los que más de ello hablan. Y como no sé qué pueda ser eso de Gobierno nacional republicano, me abstengo de opinar sobre él.[9]
[1] Palomo, M.ª del Pilar(Ed.) 1997: Movimientos literarios y periodismo en España, p.322. Cfr. también los comentarios de las profesoras Arizmendi Martínez, Milagros y López Suárez, Mercedes al comparar la capacidad renovadora poética de Unamuno con la fuerza expresiva y con el estilo diferente de los artículos unamunianos.
[2] cfr. p. 322 y 323.
[3] Especialmente escribió para “La Nación”, el diario bonaerense.
[4] cfr. en Palomo, M.ª del Pilar, p. 323.
[5] cfr. p. 324.
[6] cfr. sobre este tema el estudio (prólogo a la edición) de Víctor Ouimette Ensueño de una patria. Periodismo republicano 1931-1936, España, Artes Gráficas Soler, 1984.
[7] cfr. también, la introducción a los artículos no recogidos en las obras completas González Martín, Vicente (1979):República Española y España republicana, Salamanca, Ediciones Almar S.A.,1979.
[8] cfr. p.73.
[9] cfr. p. 440.
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