El suicidio de Occidente - Alicia Delibes

“El gran enemigo de la civilización occidental no viene de fuera, está entre nosotros” (Alicia Delibes)

por

“El suicidio de Occidente: La renuncia a la transmisión del saber” (Nuevo Ensayo nº 143).
Delibes Liniers, Alicia (2024).
Ediciones Encuentro.

Alicia Delibes (Madrid, 1950) es Licenciada en Ciencias por la UCM. Ha sido profesora en colegios privados e institutos públicos. En 2003 fue nombrada directora general de ordenación académica de la CAM . Más tarde fue viceconsejera y en 2017 fue nombrada consejera de Educación ante la OCDE y la UNESCO. Desde 2019 hasta su reciente  jubilación ha sido presidenta del Consejo Escolar de la CAM. Un devenir profesional que avala su conocimiento en todos los aspectos  de la realidad educativa española:

Gracias a ellas [se refiere a la LGE y a la LOGSE] hoy están escolarizados todos los menores de 16 años; ahora bien, esa democratización se hizo eliminando todos los obstáculos académicos que tenía el sistema educativo anterior a 1970 con el argumento de que los hijos de familias donde la cultura es mayor tienen ventaja sobre aquellos que no pueden aprender en casa. Y como responsable de la cuestión académica en la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, he conocido y desarrollado las tres leyes que siguieron a la LOGSE, la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), la Ley Orgánica de Educación (LOE) y la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE). De ellas, así como de la última, la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE) puedo, en este libro, hablar con conocimiento de causa.

El eje central de este libro  consiste en desentrañar las razones históricas e ideológicas a través de las cuales nos estamos  acercando al abismo de la ignorancia histórica y cultural:

Si la invasión de pedagogos ideologizados no hubiera impedido que se aprendiera historia, hoy todo el mundo sabría que la democracia no es garantía de libertad y que una civilización puede dejarse aplastar sin oponer resistencia. Al apartarse la escuela del fin para el que fue creada, la sociedad ignorante de su pasado queda a merced de los caprichos de cualquier gobernante déspota que quiera manipularla.

Las razones de este proceso hay que buscarlas en la Revolución francesa, en Rousseau concretamente y en la educación europea del XIX . Rousseau, el mayor cínico de la historia según Delibes, ya que recibió una educación profunda y exquisita a través de la  lectura de  libros escogidos por su padre y, sin embargo, en sus propios libros se plantea que no hay que enseñar nada a los hijos en el sentido escolar, tratando de justificar el lamentable hecho de que había entregado a la inclusa a sus cinco hijos (los lamentables hechos se pueden leer en las Confesiones) convenciéndose de  que el estado les educaría mejor. Estas ideas  quedaron  reflejadas  en el Emilio, El contrato social y especialmente en las Confesiones:

En las Confesiones observamos constantemente el efecto de la gran trampa de su autor. Rousseau es un hombre que siempre quiere hacer el bien, es un hombre justo y honesto, si actúa con maldad no es por su culpa. El responsable de su mala acción o es el otro o es la comunidad en su conjunto. Pienso que el gran éxito de la paradoja de Rousseau, y de las doctrinas colectivistas que se sustentan en ella, es que libera al individuo de toda responsabilidad y, por ello, de la mala conciencia de sus errores o de sus acciones perversas. […] Rousseau, con su paradoja, convirtió la libertad en una especie de esclavitud. El individuo entrega su libertad política y su propia conciencia a esa autoridad que reconoce como suprema y que sabe realmente lo que es bueno para él. Esa autoridad puede estar representada por un dictador, por el Estado, por la comunidad o por la asamblea.

 El colectivo francés  Nueva Pedagogía, de profunda inspiración rousseauniana,  se convierte en 1922 en Instituto aglutinador de estas ideas hasta acabar en la UNESCO en los setenta. La NP proclama, entre otras cuestiones, que  el niño debe ser orientado para desarrollar sus intereses espontáneos e innatos. Por tanto,  no disciplina y  solo coeducación en la escuela. Antonio Gramsci ( 1891-1937), más tarde,  consolidó, en el marxismo cultural,  las ideas educativas  de Rousseau al considerar que la enseñanza es la mejor manera de colectivizar la sociedad generando un hombre nuevo.

Es muy interesante el recorrido que la profesora Delibes hace, por la educación en Prusia, el krausismo y la Institución Libre de  Enseñanza (ILE) , movimientos previos a la revolución pedagógica que puede situarse a partir de los años cincuenta. Delibes analiza tres hitos fundamentales en este proceso. En primer lugar,  el profesor John Dewey (1859-1952) como generador del movimiento igualitario en la educación norteamericana  que propone en síntesis lo siguiente :  nada de clases organizadas y el niño tiene que aprender según su propio interés. Eslóganes que en  Europa  se habían puesto tímidamente en marcha, sin embargo  arraigan en la educación oficial estadounidense. El tema lo desenmascara la filosofa y escritora Hannah Arendt   al analizar en La crisis de la educación las raíces y causas de la progresive education como comenta Delibes:

Arendt, quizás por ser filósofa y no pedagoga ni maestra, era consciente de que para afrontar el problema de la educación había que ir más allá de preguntarse por qué Juanito no sabe leer. […] Para Arendt el origen de los prejuicios políticos estaba en la especial forma de entender la igualdad de los demócratas norteamericanos. Para ellos, el concepto de igualdad iba más allá de la igualdad ante la ley y más incluso de lo que significa la igualdad de oportunidades.

Un proceso semejante  sucede en Inglaterra con las tesis de A. Crosland (1918-1977) contra el elitismo intelectual discriminatorio.  Lo único que consiguió con sus propuestas y reformas  el político laborista,  fue el retroceso igualitario con el igualitarismo, ya que los hijos de familias  de  clase media y trabajadora perdieron la oportunidad de acceder a las mejores universidades británicas. Pero para Europa, el detonante definitivo fue Mayo del 68. Algunas de sus ideas y eslóganes  siguen estando presentes en el imaginario político, profesoral y como consecuencia también en la legislación escolar. La izquierda impone, partir de entonces,  una supuesta hegemonía moral sobre la enseñanza, favorecida por cierta rendición de otras ideas alternativas tras la caída del general  De Gaulle. O sea,  que esta es la razón por la que  desde hace más de cincuenta años, los políticos de derechas tienen tanto miedo a las revueltas estudiantiles.

La cuarta parta del libro está dedicada a la crisis de la educación occidental puesta de manifiesto con PISA en 1990. Especialmente analiza los buenos resultados de Finlandia, fruto de la exigencia académica y del hecho de escoger como profesores a quienes tienen mejor expediente académico. Los resultados de PISA han supuesto reformas en la política educativa de muchos países desde EEUU , Francia, Suecia y otras naciones. Respecto a España el índice de abandono es el doble de la media de la Unión Europea. Los posicionamientos ideológicos de la izquierda pedagógica hacen imposible un pacto educativo nacional como ya se puso  de manifiesto  desde el mismo  proceso constituyente. La crisis educativa continúa su avance implacable tal y como señala Delibes con el acertado diagnóstico de  T.  Dalrymple (1949) psiquiatra y escritor británico, autor del libro clave Sentimentalismo tóxico, en el  que se  dice que dicho sentimentalismo  «ha arruinado las vidas de millones de niños creando una dialéctica de excesiva indulgencia y abandono».

Otra de las trampas  educativas  es el mantra del  multiculturalismo ideológico como bien señala  Delibes:

La escuela pública ha sucumbido ante la falacia multicultural y el nuevo feminismo calla y mira para otro lado ante la sumisión de las mujeres musulmanas. Diríase que a la Nueva Izquierda le conviene aliarse con los hijos de Mahoma para combatir a los infieles que, para ellos, son los herederos de la civilización occidental. [..] que el ateísmo es demasiado débil para enfrentarse a los musulmanes enemigos de la civilización occidental, sobre todo cuando absurdas creencias derivadas del wokismo están ocupando el vacío dejado por el abandono del cristianismo en Occidente.

Dos apartados cierran esta parte. Por un lado los nuevos mitos pedagógicos como la educación sostenible, inclusividad, la digitalización de la enseñanza: primero  inversión apresurada y después alarmas con retroceso. Y por otro lado, la LOMLOE como consagración de la novísima pedagogía:

La nueva asignatura «Educación en Valores Cívicos y Éticos» (EVCE) presta atención a todas los «ismos» de la ideología identitaria: ecologismo, feminismo, LGTB-ismo, antirracismo, poscolonialismo, multiculturalismo… En definitiva, una asignatura de adoctrinamiento en el «wokismo», que, al parecer, es la nueva religión de nuestro tiempo.

Tres cuestiones son analizadas  finalmente : la política identitaria y la imposición de un pensamiento único ,el  posmarxismo, y el wokismo en las universidades.

 En la quinta parte, como final del ensayo, la autora se recrea analizando a seis intelectuales  defensores de la libertad:

Hannah Arendt, en el ensayo ampliamente aquí citado, La crisis de la educación, confesaba hablar de un asunto en el que para nada se consideraba una experta. Lo mismo podría decirse de los seis intelectuales, ordenados de forma cronológica según la fecha de su nacimiento, que he seleccionado como cierre de este libro. Alexis de Tocqueville, John Stuart Mill, Bertrand Russell, Friedrich von Hayek, Jean François Revel y Roger Scruton; ninguno de ellos se consideraría experto en educación, pero todos se declararon amigos de la libertad y en algún momento de su vida o en alguno de sus escritos, de una forma u otra, se preocuparon por la instrucción de los ciudadanos.

Finalmente la profesora Delibes -por cierto es sobrina del escritor Miguel Delibes- realiza un recorrido por sus experiencias como profesora y como política hasta su reciente jubilación. De alguna manera, Delibes no es muy optimista para poder  encontrar una solución ante esta profunda crisis:

La pasión por la igualdad ha matado el deseo de superación, la valoración del esfuerzo y el reconocimiento del mérito. Vamos a una sociedad de mediocres en la que se procura que nadie sepa más que nadie. La verdad objetiva no existirá y se tomará por tal la opinión más votada, el más sabio será el que tenga más seguidores en Internet, las opiniones individuales no tendrán ningún valor. Los mayores disparates se aceptarán porque nadie osará ir en contra de la mayoría.

Sin embargo, en una entrevista reciente en el diario digital vozpopuli sugiere un punto para la esperanza.  La clave es empezar poco a poco con “currículos claros y pruebas externas”, tal y como dice Nuno Crato exministro portugués de Educación al comentar los éxitos portugueses en los resultados de PISA. Como se ha comprobado es un libro de imprescindible lectura.

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Comentarios

Una respuesta a «“El gran enemigo de la civilización occidental no viene de fuera, está entre nosotros” (Alicia Delibes)»

  1. […] Abr 15, 2024 por JGP […]

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