El mismo título del prólogo Unamuno, profeta en el desierto realizado por el profesor Ouimette sintetiza el tono y el contenido de sus artículos en el quinquenio republicano.
Los temas publicados en esta antología se pueden resumir en estos cuatro contenidos :
1.- Política mesiánica y filosófica.[1]
2.- La república sólo triunfará si se implanta poco a poco desde lo que Unamuno llama “continuidad espiritual”.[2]
3.- Defensa de la religión frente al laicismo agresivo y destructor.[3]
4.- El mito de Caín. Es uno de los temas más controvertidos en Unamuno. Quiere redimir a Caín de la muerte de Abel. Incluso señala la fecundidad de la guerra y especialmente de la guerra civil, hasta que en el 18 de julio se plasma en realidad. Unamuno no nos puede decir si resultó fructífera, porque muere el 31 de diciembre de 1936.
Tono y estilo
En Unamuno, más que en ningún otro autor, se manifiesta una unidad de estilo con mestizaje de casi todos los géneros: novela, cuento, teatro, ensayo, poesía y articulismo. Sus temas, como ya se ha comentado, son recurrentes — su expresión es siempre apasionada y lírica — conducen a una unidad creativa de los artículos con su poesía: “Piensa el sentimiento y siente el pensamiento”.[4] Por esta razón sus artículos abundan en recursos conceptuales propios de la explicación filosófica. La paradoja va a ser el elemento esencial de Unamuno en todos los géneros y, por supuesto, también en los artículos. Como dice el inolvidable profesor Lapesa:
[…] el lenguaje nos sirve también para exteriorizar lo que sentimos, queremos o imaginamos, para la “expresión” cargada de afectividad. El lenguaje “expresivo” depende estrechamente de la emoción personal y de las circunstancias. La emoción se traduce en ricas y variadas inflexiones de la entonación. Se omite decir lo que las circunstancias dejan comprender; se insiste, repitiéndolas, en palabras o frases. Las construcciones gramaticales se quiebran y se desordenan. Las palabras y giros convenientes desde el punto de vista lógico son remplazados por otros que experimentan un cambio accidental de significación, usándose en “sentido figurado”…[5]
Los esquemas arquitectónicos de los artículos de Unamuno son esencialmente los siguientes:
- En general, parte de un suceso reciente, o de una carta de un lector para ir derivando hacia consideraciones temáticas propias. En el caso de la marcha de la República, se puede resumir en los siguientes : las cosas no van bien, no era lo que queríamos, el “no es esto, no es esto” orteguiano.
- La noticia o bien el hecho comentado se desdibuja según avanza el artículo. Incluso el lenguaje se vuelve más complicado con párrafos cada vez más complejos y con abundantes estructuras subordinadas.
- En otras ocasiones, utiliza el tono epistolar (de respuesta a un lector). Se introduce in medias res en los temas, para derivar posteriormente hacia consideraciones filosóficas, culturales, históricas y políticas para terminar con un final rotundo más propio de la disertación oral apasionada .
- En otras ocasiones utiliza la dramatización del contenido.
En cuanto al léxico de los artículos son muy frecuentes los vocablos castizos, mezclados con abundantes neologismos para dar mayor expresividad formal a algunos de los razonamientos. Por último, cabe reseñar algunas constantes en el tono utilizado en los artículos:
- Vehemente, apasionado, incluso arrebatado.
- Amargo, según nos acercamos a 1933, pero con ironía burlona.
- A partir de entonces el tono verbal es triste, con algún chispazo aislado de esperanza.
- El comienzo de la guerra civil y las incomprensiones con sus ideas y con su persona le hacen retornar al tono rabioso e insultante [6] frecuente en sus primeros artículos (final y comienzos del siglo XIX y XX).
Para Unamuno los artículos son la unión personal e íntima de pensamiento y estilo[7]. Al hablar de su primer artículo, comenta: Su estilo, estoy de ello seguro, sería en su fondo, en sus huesos, el mismo de que hoy me valgo para desnudar mi pensamiento, no para revestirlo. Porque hombre que haya permanecido más fiel a sí mismo, más uno y más coherente que yo difícilmente se encontrará en las letras españolas.[8]
[1] Cfr. Víctor Ouimette al comentar el concepto unamuniano de guiar al pueblo y de que su misión era transmitir su mensaje: el partido, pues, entero soy yo solo, completamente solo (Entrevista en Salamanca, publicada en “El Sol”, 14 de junio de 1931).
[2] Cfr. La síntesis sobre el tema, según Ouimette, consiste en el hecho de que lo revolucionario, el sentido del cambio, solo puede darse desde la individualidad y desde la continuidad: Una revolución en España sólo se efectuaría paulatinamente, con medidas coherentes que no ahuyentaran al pueblo alejado del bullicio de la política diaria p. 23. Cartas al amigo II, “Ahora”, 11 de noviembre de 1933, Paz en la guerra, “Ahora”, 25 de abril de 1933, Discurso en el Ateneo de Madrid, “El Sol”, 3 de mayo de 1930, Entre Aquiles y el Cid, “El Sol”, 30 de octubre de 1932, Las comunidades redivivas, “Ahora”, 15 de septiembre de 1933. Individuo y estado, “El Sol”, 23 de julio de 1931.
[3] El tema aparece en numerosos artículos. Ouimette lo resume citando dos artículos claves : La República había provocado posibilidades y actitudes nuevas, pero su deseo de crear repentinamente un Estado laico sólo lograría alejarla del pueblo, porque a pesar de las apariencias, <<esta Iglesia y esta nación son inseparables>>. Nación, estado, iglesia, religión, “El Sol”, 2 de julio de 1931. La religión y sus manifestaciones, siempre que no ofendieran, poco o nada tenían que ver con la política. Por lo tanto, Unamuno se afilió con los que <<dejamos la religión para Dios y la política [para] el Estado>>. Religión de Estado y religión del Estado, “El Sol”, 8 de septiembre de 1931.
[4] Cfr. Unamuno, Miguel de (1975) : Credo Poético, en Poesías, 1907, Edición de Manuel Alvar, Barcelona, Labor ,p. 59.
[5] Cfr. Lapesa Melgar, Rafael(1986) : Introducción a los estudios literarios, Madrid, Cátedra.
[6] Cfr. las palabras de Unamuno en Gutiérrez Palacio, Javier (2005): República española y España republicana, p. 26. Y esto en un país una temporada en que no se saben ni paz ni justicia; en que no se goza sabor ni de una ni de otra; en que saben tan mal que no caben saborearlas. Y estamos hasta la coronilla de ensayos de revolución. Que se va en probaturas ¡Pobre Niña!.
[7] Cfr. en Palomo, María del Pilar (1997): Movimientos literarios y periodismo en España, p. 323. “El Noticiero Bilbaíno”, que lo publicó en la “Hoja Literaria” (27 de diciembre de 1879) dirigida por Trueba. En 1924, evoca sus primeros escritos, su primer artículo (Mi primer artículo).
[8] Ibid. 323
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